lunes, 9 de marzo de 2009

HEPATITIS C



¿Qué es la hepatitis C?
Es una infección producida por un virus denominado el virus de la Hepatitis C que tiene gran afinidad por el tejido del hígado. Dicho virus se encuentra en la sangre de las personas que tienen esta enfermedad.
Esta infección afecta a más de 170 millones de personas en todo el mundo, y algunas estimaciones indican que en España pueden existir 800.000 pacientes infectados, aunque muchos de ellos no lo sepan.
El virus puede producir una infección aguda, que muchas veces es asintomática. Ésta se puede cronificar en un 50-70% de los casos. Un 20% de los pacientes progresará a cirrosis en los 10 años posteriores al contagio.
Muchos casos de hepatitis C se diagnostican en pacientes sin síntomas que no recuerdan haber pasado una hepatitis aguda. A veces el diagnóstico se hace cuando los pacientes van a donar sangre o si se realizan análisis de rutina.
El virus se contagia fundamentalmente a través de la sangre, pocas veces por relaciones sexuales y excepcionalmente de madre a hijo. En bastantes ocasiones se desconoce el modo de contagio


No hay vacunas frente a la hepatitis C. En caso de un pinchazo accidental con alguien que tiene esta enfermedad se aconseja hacer un estudio para determinar la posibilidad de contagio y en caso de que éste se haya producido se planteará un tratamiento precoz con fármacos que actúan frente al virus.


¿Cómo se contagia?
Se conocen muchas, aunque no todas las posibles vías de contagio de la hepatitis C. Algunos pacientes son diagnosticados y no tienen ningún antecedente que justifique el contagio, por lo que se supone que existen vías de infección diferentes de las nombradas, y que no han podido ser demostradas hasta el momento.
Transfusiones sanguíneas: en la actualidad es una vía de contagio poco frecuente por los controles a los que se somete a la sangre utilizada para dichas transfusiones. Sin embargo, existen muchos pacientes que contrajeron la enfermedad mediante esta vía cuando no se había descubierto el virus ni había forma de detectarlo (antes de 1990). Existe un periodo denominado 'ventana', desde que te contagias hasta que desarrollas anticuerpos (que es lo que detectan los análisis), en el que se pasaría por alto el diagnóstico de una hepatitis. Para reducir el riesgo, se hace a los pacientes una encuesta sobre factores de riesgo de modo que si existe duda de que haya podido contagiarse, su sangre no se acepta.
Compartir jeringuillas: los pacientes adictos a drogas por vía parenteral y las personas que fueron tratadas con inyecciones en la época en la que se usaban jeringuillas no desechables pueden contagiarse de la hepatitis C. En la actualidad, en nuestro país el colectivo de los usuarios de drogas es uno de los más afectados por la enfermedad. El personal sanitario puede contagiarse con un pinchazo accidental.
Los tatuajes y ‘piercing’ pueden ser causa de infección si no se usan materiales desechables o no se tienen las medidas higiénicas adecuadas. La persona que hace el ‘piercing’ debe utilizar guantes y lavarse las manos después de cada trabajo.
Vía sexual: mantener relaciones sexuales no suele ser una causa frecuente de contagio. Existen algunas relaciones de más riesgo, como son las de carácter homosexual (si existen erosiones anales). También aumenta el riesgo de contagio si la persona afectada o su pareja tienen una enfermedad de transmisión sexual concomitante: la infección por VIH aumenta el riesgo de contagio, así como la gonorrea o la infección por clamidia. Durante la menstruación se desaconsejan las relaciones sexuales por la presencia de sangre.
Vía materno-fetal: los hijos de las madres afectadas pueden contagiarse. El riesgo de transmisión es del 2% y se incrementa al 4-7% para los hijos de madres con RNA positivo en el momento del parto. También depende, en parte, de que existan otras infecciones asociadas o de lo traumático del parto. Se puede contagiar en cualquier momento del embarazo pero parece más frecuente en el momento del parto.
Compartir cepillos de dientes o maquinillas de afeitar puede poner en contacto la sangre de un paciente infectado con la de uno no infectado y éste podría ser un teórico vehículo de contagio, por lo que estas prácticas se desaconsejan.
La hepatitis C no se contagia por la leche materna, los abrazos, la tos, estornudos, comida o agua, contacto casual, uso compartido de utensilios de comida o vasos.


¿Qué síntomas produce la hepatitis C?
La hepatitis puede pasar desapercibida, muchos pacientes no tienen síntomas. Con frecuencia, la infección se diagnostica por otros motivos, al encontrar alteraciones analíticas en un estudio rutinario, por ejemplo.
En la fase aguda sólo un 5% tiene un cuadro típico de cansancio, falta de apetito, coloración amarillenta de la piel, orinas oscuras, heces de color blanquecino, picores generalizados. Otros pasan la enfermedad como si fuese una gripe o, incluso, sin enterarse.
Una vez se ha cronificado, los síntomas que puede dar son los de una hepatitis crónica (muchas veces indistinguible de otras causadas por otros virus o por otros motivos). En general, los pacientes se encuentran cansados y pueden perder el apetito. Cuando la enfermedad está avanzada puede aparecer hinchazón en las piernas y el abdomen, alteraciones de la coagulación de la sangre con aparición frecuente de hematomas o hemorragías por las encías o por la nariz. Algunos varones presentan crecimiento de las mamas (ginecomastia), también pueden aumentar de las glándulas parótidas, o aparecer lesiones de color rojizo en la piel. La piel toma un tinte amarillento (ictericia), y en estadios avanzados puede tornarse más oscuro. Otras complicaciones frecuentes son la aparición de varices esofágicas (dilatación de las venas del esófago) que pueden sangrar o la encefalopatía hepática (los pacientes aparecen confusos, adormilados y desorientados).

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